15 mar 2025

La Guerra Fria del entretenimiento.

"El arte imita la vida."

A lo largo de algunas entradas recientes, me he dedicado a exhibir algunos de los aspectos que han servido de catalizador a lo que, en la opinión de muchos, ha fomentado la crisis en la que se encuentra actualmente el entretenimiento de toda la esfera occidental del planeta. Contrario a la voz del pueblo, yo decidí poner énfasis en aspectos de fondo que tienen que ver más con la condición humana que con sesgos ideológicos específicos, y sin embargo me temo que esa explicación aún se encuentra incompleta.

Me siento confiado en decir que la condición humana por si sola puede explicar la totalidad de los problemas previamente aludidos, pero hay un frente particular que quiero abordar para esta ocasión; es uno que podrá parecer mucho más radical y conspiranoide que de costumbre, pero creo puede esclarecer una parte de la toma de decisiones contemporánea que nos ha parecido tan confusa como audiencia, especialmente en cara de tan rotunda temporada de fracasos como lo fue el año pasado.

Para no darle demasiadas vueltas al asunto, es mi percepción que nos encontramos en medio de una segunda guerra fría, una donde los frentes ya no están definidos por focos de crisis ideológicos compuestos de voluntarios armados y guerras subsidiarias, sino una definida enteramente por la percepción cultural y el poderío económico de sus participantes. Aquella lejana y duradera guerra fue definida por las armas y la propaganda, mientras que ésta es definida por las clientelas y el entretenimiento que los beligerantes producen.

"LOS NUMEROS, MASON"

En particular, los viejos participantes de la OTAN y el Pacto de Varsovia han sido remplazados por los bloques comerciales de occidente y del lejano oriente; más específicamente la angloesfera capitaneada por los Estados Unidos y el triángulo de tigres asiáticos compuestos por Japón, Corea del Sur y China.

Sé que la primera impresión es pensar que estoy exagerando con mi típico uso de comparaciones hiperbólicas, pero en años recientes se ha visto todo tipo de tensiones subyacentes formándose alrededor de las formas de entretenimiento que producen los mercados previamente mencionados, y las redes sociales son prácticamente un coliseo de constante conflicto donde Japón es el foco de la discusión de forma semanal. No que las redes sociales por si solas representen la totalidad y completa naturaleza de una discusión, pero por lo menos pueden indicar la posición popular respecto a un tema.

¿No es entonces conveniente que se desprestigie en occidente al mercado de su contrincante? Después de todo, el manga y el anime ya tienen años arrasando por completo al entretenimiento occidental contemporáneo, por lo que le viene bien al coloso americano que la población perciba al sol naciente como una nación carente de valores cuyos medios son “problemáticos” para que, más importante que lo demás, sigan consumiendo local.

Como dije, la intención es explicar por qué se siguen tomando ciertas decisiones a pesar de sus desastrosos resultados, no que sea la explicación definitiva al problema, pero me parece apropiado asumir que es un contribuyente a la aparente terquedad de intereses superiores a evitar una purga total e inmediata de las mafias incompetentes que los han corroído por completo.

 

ALLÁ DONDE PROTEGEN MERCADOS

Tengo que irme en una tangente aparente, pero créanme que lo considero central a la cuestión que describí en el párrafo anterior: en el lejano antaño de la naciente revolución industrial, economistas europeos resolvieron que, para competir y desarrollar sus mercados en comparación a países que ya tenían la economía de escala para sostener fabricas establecidas, debían regular por completo el influjo de productos extranjeros, específicamente los de países ante los que eran débiles.

En este caso, el punto de origen fue Confederación Alemana, que apenas empezaba a explorar sus fronteras industriales en lo que Inglaterra ya había desarrollado su propia base de producción mecanizada, por lo que se encontraban completamente a merced de los productos extranjeros y corrían el riesgo de quebrar sus empresas en el proceso, estancando su crecimiento económico y quedando a merced de la creciente esfera económica inglesa.

"VAMOS A CONSTUIR UNA FABRICA Y GRAN BRETAÑA VA A PAGARLA"

Reaccionando a ello y para poder blindar su economía, la joven nación germánica determinó imponer cuotas, tasas y aranceles a los productos ingleses para encarecerlos y desmotivar su consumo local, permitiendo a sus nacientes empresas el espacio suficiente para desarrollarse y poder construir una base industrial con la cual suplir a su mercado, y una vez establecidos poder competir directamente con esferas económicas más fuertes. A esta postura de intervención en la economía se le conoce como Proteccionismo.

Si ustedes releen todo el trasfondo anterior cambiándole los nombres correspondientes y de inmediato van a notar los paralelos con la situación actual del entretenimiento, y para mayor énfasis, permítanme hacerlo ahora mismo:

“En el ambiente contemporáneo del entretenimiento occidental, economistas norteamericanos resolvieron que, para restaurar sus mercados en comparación a naciones asiáticas que ya tenían la clientela establecida para sostener su esfera de entretenimiento, debían regular por completo la percepción de los productos extranjeros, específicamente los de países ante los que eran débiles”.

A lo mejor puede sonarles descabellado a algunos, especialmente en cara de este siglo XXI tan moderno, alejado de esa industrialización primitiva, y entregado de lleno a la idea de la globalización y el libre tránsito de todo tipo de productos de cuanto mercado exista, pero no me lo parece del todo. Revisen un poco más a fondo de esos países desarrollados, van a notar una enormidad de medidas específicamente orientadas alrededor de hacer el flujo de productos extranjeros tan complicado y costoso como sea posible. Si pueden hacerlo con bienes físicos, tengan por seguro que buscan como hacerlo también con los intangibles, como el entretenimiento.

"El arte imita la vida.", para enfatizar.

Tan siquiera el ejemplo de Japón sirve como un microcosmo de todo lo que acabo de mencionar, no nada más porque el anime y el manga han trapeado el piso con las series y los comics de Norteamérica, sino porque en años más recientes se han tomado medidas mucho más agresivas que han resultado de sumo disgusto para la clientela, pero que explican perfectamente la decisión si se les mira desde el lente del proteccionismo económico.

 

ALLÁ DONDE NACE EL SOL

Históricamente, Japón ha sido un aliado importante a los Estados Unidos que se estableció como tal precisamente durante la guerra fría; el tener una posición estratégica tan importante en el lejano oriente le permitía al coloso americano un frente desde donde actuar si las cosas se salían de control con Moscú, y para alentar lo más posible esa alianza, el tío Sam se encargó de asegurar un milagro económico en ese país al invertir una cantidad exagerada de dinero para su recuperación en la posguerra.

Sin embargo, esto no los hace precisamente mejores amigos, ni tampoco quiere decir que los Estados Unidos han tenido una estima superlativa para la tierra del sol naciente, en todo caso (y en muchos aspectos) el tío Sam ha visto en Japón un pueblo de conveniencia y más nada, hay una tendencia de percibir un aire de rezago y atraso en ellos, de ver que carecen del excepcionalismo del que tanto alardean en la unión americana; como quiera que sea, en el fondo hay la percepción de Japón como una nación de “otros”, no de iguales.

Los nipones, por su parte, mantienen el trato cordial y su política siempre ha perseguido un acercamiento con el país americano netamente por los intereses geopolíticos que comparten, pero existe un tratamiento reciproco en la percepción de los pueblos, no por nada se tiende a retratar a los americanos en el manga y el anime como personas rudas, arrogantes y ruidosas, con poco reparo por las normas sociales y un egoísmo tan palpable.

Bien dicen que "entre broma y broma"...

Sin duda todo esto es resultado de aquella lejana propaganda de la segunda gran guerra, propaganda que aparentemente ambos tienen muchos problemas superando; pese a todo ello han sabido llevar la fiesta tranquila y tratarse de forma amistosa como países, al menos a nivel gobierno, porque la erosión ya se está saliendo de control entre el populacho.

Cuando el anime y el manga penetraron el continente en los años 2000, mucho seguro le pareció una tendencia pasajera a los Estados Unidos, son unas series animadas y por lo tanto son para niños, la gente crecerá y los tendrán como un lejano recuerdo, como toda moda que va y viene, nada peligroso, seguimos con lo nuestro.

Muy seguramente fue lo mismo con sus videojuegos, si bien es cierto que Nintendo y Sony son empresas de aquel país, sus juegos eran títulos específicos y los estudios americanos aun suplían bien sus mercados, especialmente en la PC. Si empezaron a llegar más títulos, pues qué más da, es parte de esa misma moda, seguramente va y viene y seguiremos con lo nuestro en este lado del pacifico.

"¿A quién podría interesarle esto al fin y al cabo?"

Excepto que eso no pasó, la “vana tendencia” perduró y el entretenimiento japonés dejó su marca, y cuando se descubrieron aquellos títulos que no llegaban por no ser lanzados o traducidos al extranjero, la gente clamaba por ellos; Japón capturó a la clientela extranjera y no parecía que fuesen a detenerse pronto, y claro que tampoco iban a desaprovechar la oportunidad, expandiendo su presencia con una mayor diversidad de títulos, narrativas y animaciones para todo público.

A lo mejor las medidas proteccionistas que describí antes parecen algo novedoso, pero la resistencia ya se notaba desde hace dos décadas: cuando aquellos RPG japoneses comenzaron a hacer su entrada en occidente, los medios del país americano no gastaron tiempo en hacerlos parecer impenetrables o incomprensibles, se burlaban de su apariencia o de sus componentes, de sus diálogos o expresiones, por un lado o por otro encontraban como desprestigiar los elementos de esos juegos foráneos.

Ciertamente, mucho de eso también tiene que ver con los valores culturales, las costumbres y las percepciones de dos pueblos tan diferentes, pero a mí no se me hace rara la reacción viendo que es un país extranjero siendo desprestigiado en tierra local. Si los periodistas de juegos hacen quedar mal a la competencia, intencional o no, pues bien, el punto es proteger al estudio local después de todo, así que la conveniencia se cubre sola.

"consume local"

Lo anterior llegó al punto de que en Japón no tienden a usar el término “JRPG” para referirse a su propio diseño de juego, fue tan rapazmente asaltado en aquel antaño que se rehúsan a tomarlo como referencia a riesgo de seguir siendo motivo de desprestigio, para que no digan que estas cosas son simples chismes o exageraciones.

En años recientes, especialmente con la angloesfera saliendo de la tremenda resaca de fracasos que fue 2024, entes financieros a nivel bancario han decidido accionar directamente contra empresas japonesas al impedirles por completo el acceso a su clientela en occidente. Verán, procesadores de pago como Visa han comenzado a filtrar de su servicio a aquellas plataformas japonesas que tienen “contenido vulgar e indecente” en sus bases de datos, insinuando que no tienen deseos de financiar viles despliegues de degenere para demostrar sus valores sociales como empresas.

Cierto, lo anterior es ignorando que esos mismos procesadores de pago facilitan los pagos de la “industria del delicioso” que tantos vicios destructivos aloja entre sus estudios, pero por lo que se ve son los dibujitos japoneses los que realmente transmiten los problemas. Si se le ve por ese lado, es estúpido e hipócrita y justamente hace enojar a la clientela, ¿Quién es la empresa para decirme a mí, el cliente, cómo y dónde es que debo gastar mi dinero?

¿Desde cuando la opinion del intermediario pesa mas que el contrato comercial?

Pero véanlo por el lado del proteccionismo y repentinamente todo tiene sentido, la explicación tonta es meramente una ensalada de palabras para ofuscar, si Norteamérica ahoga el flujo de productos extranjeros para proteger su propio sector de entretenimiento, entonces eso es exactamente lo que van a hacer. Nótese, de nuevo, que esto no tiene nada que ver con la alineación ideológica, lo “woke” o lo “progre”, la decisión es enteramente el resultado de lo que percibe la nación americana como conveniente a su mercado.

Lo mismo es con las trifulcas públicas que se arman respecto a la percepción del entretenimiento japonés, hace veinte años nadie tenía problemas con los elementos del manga y el anime (entre los fans, decirlo públicamente era un teatro bien pero bien distinto), pero ahora no puedes pasar una semana sin que salga la turba de la policía del pensamiento a decirte que son “súper fans” del anime al mismo tiempo que condenan todos sus elementos, nadie los invitó pero ahí están para decirle a los japoneses cómo es que su cultura debe de ser.

¿No es extraño entonces ver que estudios en occidente producen animaciones que justamente toman muchas lecciones superficiales del anime? Si tantos problemas le encuentran, ¿por qué andan produciendo entretenimiento con sus atributos y elementos, al menos los superficiales? Porque es puro proteccionismo en acción, quieren entorpecer la competencia extranjera para producir sus propias versiones locales; esas decisiones que nos parecen tontas, tercas y absurdas tienen una dimensión diferente cuando se les mira desde dicha doctrina económica.

"AQI TYENES TU ANYME VRO"

Desgraciadamente para el tío Sam, esto no es como los autos, no puedes ver un anime y copiar sus elementos superficiales para decir que ya puedes producir anime tú mismo, el entretenimiento no es nada más el resultado de una doctrina de producción, está empapada enteramente con los valores y percepciones culturales de sus creadores, mismas que varían de pueblo en pueblo. Tal vez puedas copiar los planos de un auto japonés y replicar sus piezas en una fábrica, son bienes materiales al fin y al cabo, pero esto es definitivamente lo contrario para el entretenimiento, y no por nada esos animes falsos contemporáneos tienden a destacar por las razones equivocadas.

Reconozco que esto no es nuevo, pasó antes con series como Teen Titans y Avatar, pero la diferencia fundamental está en los ambientes y la filosofía de producción: en aquel antaño se buscaban inspiraciones, eran diseños informados en la admiración y respeto por los medios japoneses, en cambio los contemporáneos son enteramente nacidos del proteccionismo y la envidia, nacidos del diseño por comité comandado por las mafias de consultorías incompetentes.

"Buenas noches, dulce principe..."

No se queda nada más ahí, procesadores de pago como Patreon también hicieron lo suyo al empezar a regular el contenido de artistas con tendencias similares a elementos comúnmente japoneses. Si, sé que fue en general a varios estilos y doctrinas, pero el proteccionismo también actúa en jerarquías, y en este caso es la productora establecida ahogando al gremio de independientes con un intermediario haciéndola de policía del pensamiento.

Se rodó por ahí la mención de que, durante el éxodo temporal a BlueSky, artistas japoneses eran constantemente expulsados del sitio, tan solamente por producir sus piezas con estilo de anime. Si, ese sitio está capturado ideológicamente, pero sirve para informar el sesgo económico que se ha formado en occidente.

A lo mejor antes no actuaban directamente por percibir los productos japoneses como meras tendencias o modas pasajeras, eran tiempos relativamente más tranquilos, pero con una crisis de percepción encima y un entretenimiento tan repleto de fracasos consecutivos, no debería sorprendernos que la postura proteccionista americana haya sido adoptada de forma tan agresiva, algo que van a justificar ahora con más saña bajo su nueva presidencia, o al menos eso parece.

Espero que a estas alturas comiencen a hacerse una idea de lo que me refiero cuando digo que estamos en una "segunda guerra fría" definida por las clientelas y los mercados, pero si no les parece suficiente, entonces tengo otro ejemplo que ilustra más o menos como funciona esta nueva era de subterfugio y guerras subsidiarias.

 

ALLÁ DONDE RESIDE EL DRAGON

Lo que estoy por describir a continuación es una especie de ejercicio de ficción especulativa, esto porque me he dado cuenta que los algoritmos tienden a actuar raro cuando mencionas a estos participantes opuestos repetidamente en este vasto mundo electrónico, así que cualquier parecido aparente con la realidad es completa, total y rotunda coincidencia, pues este texto que viene a continuación es solamente eso, un ejercicio de ficción. Repetición para enfatizarlo.

En este ejercicio de pensamiento, hay dos países compitiendo por la hegemonía planetaria, donde ambos parecen ser el respectivo capitán de sus masas terrestres: son Central Azul y Central Roja, están separados por un enorme océano, pero sus extensiones territoriales e industriales les dan un tremendo alcance, convirtiéndolos en férreos rivales.

Algo asi pero no realmente (solo si si, si no, pues no).

Central Azul es un país de libertades civiles y una aparente riqueza que decanta al pueblo derivado del buen desempeño de sus colosos económicos con alcance transnacional, derivado de esta prosperidad es que su pueblo tiende a poner mucho valor personal en la riqueza material y trabajan duro para poder alcanzarla ellos mismos.

Central Roja, por su parte, es un país más rígido y estricto, su gobierno central ejerce una autoridad de mano firme sobre su población, misma que trabaja igual o hasta más duro que sus rivales, pero cuyo estándar está enteramente subyugado a las agendas e intereses de su cuerpo gobernante. Donde Central Azul ofusca mucho su realidad proteccionista, Central Roja es mucho más honesta al respecto, motivan mucho la producción local para no consumir extranjero.

Han peleado la posición hegemónica por décadas, por un tiempo fue bajo la idea de la destrucción mutuamente asegurada, pero han relajado más la postura de las armas en favor del potencial económico, y Central Roja tuvo una idea: usar el valor de la prosperidad como arma.

No puedo evitar pensar que asi se ven esos acuerdos.

Como Central Azul tienden a valorar mucho la riqueza material y los entes económicos que la generan, Central Roja creó sus propios entes con la intención de entablar mejores relaciones con aquellos que residen en Central Azul. Para ensalzar aún más el trato, se acercaron a ellos con enormes cheques de dinero, inversiones a favor de ambos, prometiendo más a cambio de seguir colaborando con ellos.

Central Azul piensa en las ganancias potenciales de ello, más aun con toda la población residente en Central Roja, ciertamente tener toda esa clientela le resultaría más que prospero a los azules, así que sin mucho reparo de por medio, deciden colaborar de lleno en lo que, debería ser, una relación económica de sumo provecho.

Pasa algún tiempo, y poco a poco Central Roja va sugiriendo algunos cambios en la producción: algunas diferencias sociales por ahí, algunas otras de protocolo por allá, revisiones necesarias por mandato gubernamental, el punto es que se van pidiendo cambios a las cosas que se hacen desde Central Azul, y ellos obedecen, ese dinero contante y sonante vale mucho la pena.

Uno de esos cambios particulares, no exactamente propuestos por Central Roja pero vaya que bien financiados por ellos, corresponde a “nuevas sensibilidades culturales”. Es el siglo XXI después de todo, hay algunas cosas que ya no resuenan en nuestros tiempos, una “audiencia moderna” más socialmente consciente se ha conformado y ya viene siendo hora de tejer todos los productos y servicios a sus intereses. A cambio, por supuesto, todo el respaldo monetario de Central Roja, solo hay que obedecer las instrucciones y las inversiones seguirán fluyendo.

Aplicando la vieja y confiable.

Central Azul tendrá mucha actitud proteccionista, pero ¿Quién te regala tanto dinero así sin más por solo seguir unas llanas instrucciones? La riqueza personal es muy importante (y muy conveniente) para los azules, así que sería una completa estupidez no hacerles caso, de modo que comienzan a tejer toda una serie de índices para obedecer y seguir recibiendo el dinero a cambio.

De ese modo, Central Azul fue creando productos de extremadamente dudosa calidad y pésima resonancia con su clientela, todo con tal de seguir recibiendo el dinero de Central Roja, era para bien y, al final del día, las perdidas las cubrían ellos, sigue siendo dinero gratis de a montones y si la gente se queja son simples ignorantes por no comprenderlo.

Excepto que empezaron a llegar los productos de las áreas donde Central Roja proyecta su influencia, y repentinamente toda la clientela se les atraen como abejas al polen; con suma alarma Central Azul reacciona y decide que ya toca meter manos en el asunto, después de tener completamente saboteada una de sus mayores herramientas de proyección hegemónica, pero sus esfuerzos han resultado torpes e impopulares, y con nominas repletas de gente incompetente, se metieron en un nudo gordiano difícil de resolver.

¿O me diran que es una coincidencia ver que, tras tanto fracaso occidental, Marvel Rivals (juego de China) se volvió extremadamente popular de la noche a la mañana? ¿Y que la gente hiciera tanto énfasis en el contraste entre sus diseños y aquellos adefesios producidos por la angloesfera?

"No por ventajoso, pero ¿se fijan que mi juego no es woke? :)"

Si la primer guerra fría fue combatida por soldados y armas en guerras subsidiarias, esta nueva guerra fría es combatida por clientes con dinero como balas en la búsqueda por acaparar mercados, y vaya que a China le sobran ambos. En el frente del entretenimiento, occidente ha sido efectivamente saboteado al mero estilo de Perseo, muy para la conveniencia del proteccionismo oriental.

Como lo digo, es una forma algo radical y conspiranoide de explicar algunos de los fenómenos que estamos viendo ocurrir tanto en los videojuegos como en el entretenimiento en general: la fuerte fricción entre dos esferas que tan fuertemente se compiten la percepción cultural contemporánea, y el modo en que gobiernos y empresas pretenden influir la decisión de compra y el discernimiento de sus respectivas audiencias.

Suponiendo que la visión es como la expongo aquí, es fácil decir que Estados Unidos lleva las de perder, pero no me parece que sea una caída definitiva, aún tienen la oportunidad de reponerse porque de verdad cuentan con el talento de producir legitimo entretenimiento de calidad, pero queda enteramente en ellos darse cuenta de eso, porque desgraciadamente están tomando medidas innecesariamente agresivas que poco ayudan a su precaria posición.

Pero bueno, esa es la forma en que lo veo yo, ¿Qué opinan ustedes? ¿Piensan que estamos en la versión del “poder suave” de Black Ops 1? ¿Es una sarta de disparates esquizofrénicos? ¿Creen que los comics vayan a recuperarse? Lo que sea que piensen lo pueden comentar en la caja como siempre, por lo pronto me despido de ustedes.

Fuerza y sentido para todos.

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