"El arte imita la vida." |
Me siento confiado en decir que
la condición humana por si sola puede explicar la totalidad de los problemas
previamente aludidos, pero hay un frente particular que quiero abordar para
esta ocasión; es uno que podrá parecer mucho más radical y conspiranoide que de
costumbre, pero creo puede esclarecer una parte de la toma de decisiones contemporánea
que nos ha parecido tan confusa como audiencia, especialmente en cara de tan
rotunda temporada de fracasos como lo fue el año pasado.
Para no darle demasiadas vueltas
al asunto, es mi percepción que nos encontramos en medio de una segunda guerra fría,
una donde los frentes ya no están definidos por focos de crisis ideológicos compuestos
de voluntarios armados y guerras subsidiarias, sino una definida enteramente
por la percepción cultural y el poderío económico de sus participantes. Aquella
lejana y duradera guerra fue definida por las armas y la propaganda, mientras
que ésta es definida por las clientelas y el entretenimiento que los
beligerantes producen.
En particular, los viejos participantes de la OTAN y el Pacto de Varsovia han sido remplazados por los bloques comerciales de occidente y del lejano oriente; más específicamente la angloesfera capitaneada por los Estados Unidos y el triángulo de tigres asiáticos compuestos por Japón, Corea del Sur y China.
Sé que la primera impresión es
pensar que estoy exagerando con mi típico uso de comparaciones hiperbólicas,
pero en años recientes se ha visto todo tipo de tensiones subyacentes formándose
alrededor de las formas de entretenimiento que producen los mercados
previamente mencionados, y las redes sociales son prácticamente un coliseo de
constante conflicto donde Japón es el foco de la discusión de forma semanal. No
que las redes sociales por si solas representen la totalidad y completa
naturaleza de una discusión, pero por lo menos pueden indicar la posición popular
respecto a un tema.
¿No es entonces conveniente que
se desprestigie en occidente al mercado de su contrincante? Después de todo, el
manga y el anime ya tienen años arrasando por completo al entretenimiento
occidental contemporáneo, por lo que le viene bien al coloso americano que la población
perciba al sol naciente como una nación carente de valores cuyos medios son “problemáticos”
para que, más importante que lo demás, sigan consumiendo local.
Como dije, la intención es
explicar por qué se siguen tomando ciertas decisiones a pesar de sus desastrosos
resultados, no que sea la explicación definitiva al problema, pero me parece
apropiado asumir que es un contribuyente a la aparente terquedad de intereses
superiores a evitar una purga total e inmediata de las mafias incompetentes que
los han corroído por completo.
ALLÁ DONDE PROTEGEN MERCADOS
Tengo que irme en una tangente
aparente, pero créanme que lo considero central a la cuestión que describí en
el párrafo anterior: en el lejano antaño de la naciente revolución industrial,
economistas europeos resolvieron que, para competir y desarrollar sus mercados
en comparación a países que ya tenían la economía de escala para sostener
fabricas establecidas, debían regular por completo el influjo de productos
extranjeros, específicamente los de países ante los que eran débiles.
En este caso, el punto de origen
fue Confederación Alemana, que apenas empezaba a explorar sus fronteras
industriales en lo que Inglaterra ya había desarrollado su propia base de producción
mecanizada, por lo que se encontraban completamente a merced de los productos
extranjeros y corrían el riesgo de quebrar sus empresas en el proceso,
estancando su crecimiento económico y quedando a merced de la creciente esfera económica
inglesa.
"VAMOS A CONSTUIR UNA FABRICA Y GRAN BRETAÑA VA A PAGARLA" |
Reaccionando a ello y para poder
blindar su economía, la joven nación germánica determinó imponer cuotas, tasas
y aranceles a los productos ingleses para encarecerlos y desmotivar su consumo
local, permitiendo a sus nacientes empresas el espacio suficiente para
desarrollarse y poder construir una base industrial con la cual suplir a su
mercado, y una vez establecidos poder competir directamente con esferas económicas
más fuertes. A esta postura de intervención en la economía se le conoce como Proteccionismo.
Si ustedes releen todo el
trasfondo anterior cambiándole los nombres correspondientes y de inmediato van
a notar los paralelos con la situación actual del entretenimiento, y para mayor
énfasis, permítanme hacerlo ahora mismo:
“En el ambiente contemporáneo del entretenimiento occidental, economistas norteamericanos resolvieron que, para restaurar sus mercados en comparación a naciones asiáticas que ya tenían la clientela establecida para sostener su esfera de entretenimiento, debían regular por completo la percepción de los productos extranjeros, específicamente los de países ante los que eran débiles”.
A lo mejor puede sonarles
descabellado a algunos, especialmente en cara de este siglo XXI tan moderno,
alejado de esa industrialización primitiva, y entregado de lleno a la idea de
la globalización y el libre tránsito de todo tipo de productos de cuanto
mercado exista, pero no me lo parece del todo. Revisen un poco más a fondo de
esos países desarrollados, van a notar una enormidad de medidas específicamente
orientadas alrededor de hacer el flujo de productos extranjeros tan complicado
y costoso como sea posible. Si pueden hacerlo con bienes físicos, tengan por
seguro que buscan como hacerlo también con los intangibles, como el
entretenimiento.
"El arte imita la vida.", para enfatizar. |
ALLÁ DONDE NACE EL SOL
Históricamente, Japón ha sido un
aliado importante a los Estados Unidos que se estableció como tal precisamente
durante la guerra fría; el tener una posición estratégica tan importante en el
lejano oriente le permitía al coloso americano un frente desde donde actuar si
las cosas se salían de control con Moscú, y para alentar lo más posible esa
alianza, el tío Sam se encargó de asegurar un milagro económico en ese país al
invertir una cantidad exagerada de dinero para su recuperación en la posguerra.
Sin embargo, esto no los hace
precisamente mejores amigos, ni tampoco quiere decir que los Estados Unidos han
tenido una estima superlativa para la tierra del sol naciente, en todo caso (y
en muchos aspectos) el tío Sam ha visto en Japón un pueblo de conveniencia y más
nada, hay una tendencia de percibir un aire de rezago y atraso en ellos, de ver
que carecen del excepcionalismo del que tanto alardean en la unión americana;
como quiera que sea, en el fondo hay la percepción de Japón como una nación de “otros”,
no de iguales.
Los nipones, por su parte,
mantienen el trato cordial y su política siempre ha perseguido un acercamiento
con el país americano netamente por los intereses geopolíticos que comparten,
pero existe un tratamiento reciproco en la percepción de los pueblos, no por
nada se tiende a retratar a los americanos en el manga y el anime como personas
rudas, arrogantes y ruidosas, con poco reparo por las normas sociales y un egoísmo
tan palpable.
Bien dicen que "entre broma y broma"... |
Cuando el anime y el manga
penetraron el continente en los años 2000, mucho seguro le pareció una
tendencia pasajera a los Estados Unidos, son unas series animadas y por lo
tanto son para niños, la gente crecerá y los tendrán como un lejano recuerdo,
como toda moda que va y viene, nada peligroso, seguimos con lo nuestro.
Muy seguramente fue lo mismo con
sus videojuegos, si bien es cierto que Nintendo y Sony son empresas de aquel país,
sus juegos eran títulos específicos y los estudios americanos aun suplían bien
sus mercados, especialmente en la PC. Si empezaron a llegar más títulos, pues qué
más da, es parte de esa misma moda, seguramente va y viene y seguiremos con lo
nuestro en este lado del pacifico.
"¿A quién podría interesarle esto al fin y al cabo?" |
A lo mejor las medidas
proteccionistas que describí antes parecen algo novedoso, pero la resistencia
ya se notaba desde hace dos décadas: cuando aquellos RPG japoneses comenzaron a
hacer su entrada en occidente, los medios del país americano no gastaron tiempo
en hacerlos parecer impenetrables o incomprensibles, se burlaban de su
apariencia o de sus componentes, de sus diálogos o expresiones, por un lado o
por otro encontraban como desprestigiar los elementos de esos juegos foráneos.
Ciertamente, mucho de eso también
tiene que ver con los valores culturales, las costumbres y las percepciones de
dos pueblos tan diferentes, pero a mí no se me hace rara la reacción viendo que
es un país extranjero siendo desprestigiado en tierra local. Si los periodistas
de juegos hacen quedar mal a la competencia, intencional o no, pues bien, el
punto es proteger al estudio local después de todo, así que la conveniencia se
cubre sola.
"consume local" |
En años recientes, especialmente
con la angloesfera saliendo de la tremenda resaca de fracasos que fue 2024, entes
financieros a nivel bancario han decidido accionar directamente contra empresas
japonesas al impedirles por completo el acceso a su clientela en occidente. Verán,
procesadores de pago como Visa han comenzado a filtrar de su servicio a
aquellas plataformas japonesas que tienen “contenido vulgar e indecente” en sus
bases de datos, insinuando que no tienen deseos de financiar viles despliegues
de degenere para demostrar sus valores sociales como empresas.
Cierto, lo anterior es ignorando
que esos mismos procesadores de pago facilitan los pagos de la “industria del
delicioso” que tantos vicios destructivos aloja entre sus estudios, pero por lo
que se ve son los dibujitos japoneses los que realmente transmiten los
problemas. Si se le ve por ese lado, es estúpido e hipócrita y justamente hace
enojar a la clientela, ¿Quién es la empresa para decirme a mí, el cliente, cómo
y dónde es que debo gastar mi dinero?
¿Desde cuando la opinion del intermediario pesa mas que el contrato comercial? |
Lo mismo es con las trifulcas públicas
que se arman respecto a la percepción del entretenimiento japonés, hace veinte
años nadie tenía problemas con los elementos del manga y el anime (entre los fans, decirlo públicamente era un teatro bien pero bien distinto), pero ahora
no puedes pasar una semana sin que salga la turba de la policía del pensamiento
a decirte que son “súper fans” del anime al mismo tiempo que condenan todos sus
elementos, nadie los invitó pero ahí están para decirle a los japoneses cómo es
que su cultura debe de ser.
¿No es extraño entonces ver que
estudios en occidente producen animaciones que justamente toman muchas lecciones
superficiales del anime? Si tantos problemas le encuentran, ¿por qué andan
produciendo entretenimiento con sus atributos y elementos, al menos los
superficiales? Porque es puro proteccionismo en acción, quieren entorpecer la
competencia extranjera para producir sus propias versiones locales; esas
decisiones que nos parecen tontas, tercas y absurdas tienen una dimensión diferente
cuando se les mira desde dicha doctrina económica.
Desgraciadamente para el tío Sam, esto no es como los autos, no puedes ver un anime y copiar sus elementos superficiales para decir que ya puedes producir anime tú mismo, el entretenimiento no es nada más el resultado de una doctrina de producción, está empapada enteramente con los valores y percepciones culturales de sus creadores, mismas que varían de pueblo en pueblo. Tal vez puedas copiar los planos de un auto japonés y replicar sus piezas en una fábrica, son bienes materiales al fin y al cabo, pero esto es definitivamente lo contrario para el entretenimiento, y no por nada esos animes falsos contemporáneos tienden a destacar por las razones equivocadas.
Reconozco que esto no es nuevo,
pasó antes con series como Teen Titans y Avatar, pero la diferencia fundamental
está en los ambientes y la filosofía de producción: en aquel antaño se buscaban
inspiraciones, eran diseños informados en la admiración y respeto por los
medios japoneses, en cambio los contemporáneos son enteramente nacidos del
proteccionismo y la envidia, nacidos del diseño por comité comandado por las
mafias de consultorías incompetentes.
"Buenas noches, dulce principe..." |
Se rodó por ahí la mención de
que, durante el éxodo temporal a BlueSky, artistas japoneses eran
constantemente expulsados del sitio, tan solamente por producir sus piezas con
estilo de anime. Si, ese sitio está capturado ideológicamente, pero sirve para
informar el sesgo económico que se ha formado en occidente.
A lo mejor antes no actuaban
directamente por percibir los productos japoneses como meras tendencias o modas
pasajeras, eran tiempos relativamente más tranquilos, pero con una crisis de percepción
encima y un entretenimiento tan repleto de fracasos consecutivos, no debería sorprendernos
que la postura proteccionista americana haya sido adoptada de forma tan
agresiva, algo que van a justificar ahora con más saña bajo su nueva
presidencia, o al menos eso parece.
Espero que a estas alturas
comiencen a hacerse una idea de lo que me refiero cuando digo que estamos en
una "segunda guerra fría" definida por las clientelas y los mercados, pero si no
les parece suficiente, entonces tengo otro ejemplo que ilustra más o menos como
funciona esta nueva era de subterfugio y guerras subsidiarias.
ALLÁ DONDE RESIDE EL DRAGON
Lo que estoy por describir a continuación
es una especie de ejercicio de ficción especulativa, esto porque me he dado
cuenta que los algoritmos tienden a actuar raro cuando mencionas a estos
participantes opuestos repetidamente en este vasto mundo electrónico, así que
cualquier parecido aparente con la realidad es completa, total y rotunda
coincidencia, pues este texto que viene a continuación es solamente eso, un
ejercicio de ficción. Repetición para enfatizarlo.
En este ejercicio de pensamiento,
hay dos países compitiendo por la hegemonía planetaria, donde ambos parecen ser
el respectivo capitán de sus masas terrestres: son Central Azul y Central Roja,
están separados por un enorme océano, pero sus extensiones territoriales e
industriales les dan un tremendo alcance, convirtiéndolos en férreos rivales.
Algo asi pero no realmente (solo si si, si no, pues no). |
Central Azul es un país de
libertades civiles y una aparente riqueza que decanta al pueblo derivado del
buen desempeño de sus colosos económicos con alcance transnacional, derivado de
esta prosperidad es que su pueblo tiende a poner mucho valor personal en la
riqueza material y trabajan duro para poder alcanzarla ellos mismos.
Central Roja, por su parte, es un
país más rígido y estricto, su gobierno central ejerce una autoridad de mano
firme sobre su población, misma que trabaja igual o hasta más duro que sus
rivales, pero cuyo estándar está enteramente subyugado a las agendas e
intereses de su cuerpo gobernante. Donde Central Azul ofusca mucho su realidad
proteccionista, Central Roja es mucho más honesta al respecto, motivan mucho la
producción local para no consumir extranjero.
Han peleado la posición hegemónica
por décadas, por un tiempo fue bajo la idea de la destrucción mutuamente
asegurada, pero han relajado más la postura de las armas en favor del potencial
económico, y Central Roja tuvo una idea: usar el valor de la prosperidad como
arma.
No puedo evitar pensar que asi se ven esos acuerdos. |
Central Azul piensa en las
ganancias potenciales de ello, más aun con toda la población residente en
Central Roja, ciertamente tener toda esa clientela le resultaría más que
prospero a los azules, así que sin mucho reparo de por medio, deciden colaborar
de lleno en lo que, debería ser, una relación económica de sumo provecho.
Pasa algún tiempo, y poco a poco
Central Roja va sugiriendo algunos cambios en la producción: algunas
diferencias sociales por ahí, algunas otras de protocolo por allá, revisiones
necesarias por mandato gubernamental, el punto es que se van pidiendo cambios a
las cosas que se hacen desde Central Azul, y ellos obedecen, ese dinero
contante y sonante vale mucho la pena.
Uno de esos cambios particulares,
no exactamente propuestos por Central Roja pero vaya que bien financiados por
ellos, corresponde a “nuevas sensibilidades culturales”. Es el siglo XXI después
de todo, hay algunas cosas que ya no resuenan en nuestros tiempos, una “audiencia
moderna” más socialmente consciente se ha conformado y ya viene siendo hora de
tejer todos los productos y servicios a sus intereses. A cambio, por supuesto,
todo el respaldo monetario de Central Roja, solo hay que obedecer las instrucciones
y las inversiones seguirán fluyendo.
Aplicando la vieja y confiable. |
Central Azul tendrá mucha actitud
proteccionista, pero ¿Quién te regala tanto dinero así sin más por solo seguir
unas llanas instrucciones? La riqueza personal es muy importante (y muy conveniente)
para los azules, así que sería una completa estupidez no hacerles caso, de modo
que comienzan a tejer toda una serie de índices para obedecer y seguir
recibiendo el dinero a cambio.
De ese modo, Central Azul fue
creando productos de extremadamente dudosa calidad y pésima resonancia con su
clientela, todo con tal de seguir recibiendo el dinero de Central Roja, era
para bien y, al final del día, las perdidas las cubrían ellos, sigue siendo
dinero gratis de a montones y si la gente se queja son simples ignorantes por
no comprenderlo.
Excepto que empezaron a llegar
los productos de las áreas donde Central Roja proyecta su influencia, y
repentinamente toda la clientela se les atraen como abejas al polen; con suma
alarma Central Azul reacciona y decide que ya toca meter manos en el asunto, después
de tener completamente saboteada una de sus mayores herramientas de proyección hegemónica,
pero sus esfuerzos han resultado torpes e impopulares, y con nominas repletas
de gente incompetente, se metieron en un nudo gordiano difícil de resolver.
¿O me diran que es una
coincidencia ver que, tras tanto fracaso occidental, Marvel Rivals (juego de
China) se volvió extremadamente popular de la noche a la mañana? ¿Y que la
gente hiciera tanto énfasis en el contraste entre sus diseños y aquellos adefesios
producidos por la angloesfera?
"No por ventajoso, pero ¿se fijan que mi juego no es woke? :)" |
Si la primer guerra fría fue
combatida por soldados y armas en guerras subsidiarias, esta nueva guerra fría es
combatida por clientes con dinero como balas en la búsqueda por acaparar
mercados, y vaya que a China le sobran ambos. En el frente del entretenimiento,
occidente ha sido efectivamente saboteado al mero estilo de Perseo, muy para la
conveniencia del proteccionismo oriental.
Como lo digo, es una forma algo
radical y conspiranoide de explicar algunos de los fenómenos que estamos viendo
ocurrir tanto en los videojuegos como en el entretenimiento en general: la
fuerte fricción entre dos esferas que tan fuertemente se compiten la percepción
cultural contemporánea, y el modo en que gobiernos y empresas pretenden influir
la decisión de compra y el discernimiento de sus respectivas audiencias.
Suponiendo que la visión es como
la expongo aquí, es fácil decir que Estados Unidos lleva las de perder, pero no
me parece que sea una caída definitiva, aún tienen la oportunidad de reponerse
porque de verdad cuentan con el talento de producir legitimo entretenimiento de
calidad, pero queda enteramente en ellos darse cuenta de eso, porque
desgraciadamente están tomando medidas innecesariamente agresivas que poco ayudan
a su precaria posición.
Pero bueno, esa es la forma en
que lo veo yo, ¿Qué opinan ustedes? ¿Piensan que estamos en la versión del “poder
suave” de Black Ops 1? ¿Es una sarta de disparates esquizofrénicos? ¿Creen que los
comics vayan a recuperarse? Lo que sea que piensen lo pueden comentar en la
caja como siempre, por lo pronto me despido de ustedes.
Fuerza y sentido para todos.
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